lunes, 20 de diciembre de 2021

Día de la Dignidad Nacional


Con todo lo que ha pasado en esta semana nomás, basta y sobra material para este descargo.


Aún así, debido a la efeméride que nos atraviesa como un antiamnésico, el día de hoy, 19 de diciembre, día de la dignidad nacional, permítanme que me remonte algunos años en el tiempo. 


¿Se acuerdan del Corralito, de la ecatombe social, de la ineptitud y corrupción política, del estado de sitio? Porque cuando leo y escucho a muchos supuestos paladines de la libertad, y veo su repercusión masiva, pareciera que no.


¿Se acuerdan cuándo las corporaciones mediáticas, funcionales a los intereses extranjeros, decían que hacíamos campaña del miedo con el cuco del 2001 y pasó que perdimos las elecciones del 2015 y pasó que le pidieron 50 mil millones de dólares al Fondo Monetario Internacional y no inviertieron ni uno de esos dólares en desarrollo vial, industrial, social, ni de ningún tipo?


¿Se acuerdan de los miles de millones de pesos que gasta la oposición en pauta publicitaria?


¿Se acuerdan de Pocho Lepratti, el entrerriano que laburaba en Rosario, rescatando pibitos de las drogas y del narco, en las villas miseria?


¿Se acuerdan de Maximiliano Kosteki y Dario Santillán?


Hace pocos días se cumplieron 20 años del Corralito, 30 de la Ley de Convertibilidad, y 100 de los fusilamientos a los anarcolibertarios en el sur del país. 


Todos esos sucesos están intrínsecamente conectados por la larga pugna entre quienes ostentan el poder real, el poder económico, ese que busca saquear las entrañas de nuestra patria y exprimir a nuestros compatriotas y a su descendencia, contra el debilitado poder político, mero empleado del anterior, que las menos de las veces, busca equilibrar la balanza de la grieta, en favor de los más débiles para compensar el peso insoportable de los poderosos, evasores, extractivistas, vendepatria y ladrones de traje.


Miren a Chubut si no me creen, que el otro día, después de 20 años de salir a la calle con justa razón, el pueblo chubutense tuvo que soportar, no sólo la represión de parte de sus representantes sino además la traición de éstos, con su electorado, al promulgar la aprobación del ecocidio más grande y dañoso de la actualidad, la megaminería, que contaminará el único río que posee la provincia, fuente de agua dulce y, por ende, de vida, además de la destrucción irremediable del paisaje.


Cuánta falta que hace el compromiso de la sociedad en las causas justas, apartidario si gustan, porque defender la tierra, los recursos y la herencia de nuestros descendientes, no debiera tener ni necesitar de partidos políticos, sino que debería ser algo que hiciésemos visceralmente, algo que llevásemos en la sangre desde antes de nacer.


Hoy 100 años después de los fusilamientos de los obreros patagónicos, a manos del mismo Estado que había pactado cumplir sus demandas, arrodillado por la industria lanar inglesa, fuente de divisas extranjeras de reserva; hacen tanta falta ESE tipo de libertarios, dispuestos a luchar y morir por sus ideales, sus convicciones y su dignidad como trabajadores.


Hoy, 30 años después de la Ley de Convertibilidad, que aún resuena como un eco en muchas mentes, recitando el UNO A UNO; y a 20 años de su conclusión nefasta llamada corralito, es imprescindible tomar consciencia de las consecuencias que trae el Libre Mercado, la no intervención estatal proteccionista, recordarlas, recordar a sus protagonistas de entonces y de ahora, y no olvidar jamás que quienes defienden estos planes económicos, no lo hacen más que por dinero y por poder, por el dinero que les sobra ya y por el pedacito de poder que les falta, el de legitimar a perpetuidad el colonialismo en nuestra nación soberana y en toda América Latina.


Hoy, 20 años exactos después, se ve, nos encandila más que verse, la necesidad de más Pochos Lepratti en una ciudad, antaño cuna de la bandera y de la patria, hoy recinto inexpugnable de las mafias que controlan todo, haciéndole honor a su antiguo apodo de Chicago Argentina.


Es también, profundamente necesaria la urgente toma de conciencia memorioza nacional, que no olvide a sus detractores, embaucadores, traidores y colonizadores. Y que les condenen al fracaso en las urnas, en las mentes y en los corazones de la ciudadanía toda. Para que ésta, finalmente unida, persiga el florecimiento de la gran República Argentina que merecemos dejarles a nuestros hijos e hijas, una nación soberana, independiente, justa, que no se arrodille frente a potencias ni monedas extranjeras, porque La Dignidad Nacional y el amor por la Patria que habite en sus conciencias no se lo permita.


viernes, 10 de diciembre de 2021

 




Déjenme contarles una historia, y para contarla bien, primero hay que situarnos en espacio y tiempo.

 

En la ruta que conduce desde el pueblo de El Calafate hasta el Glaciar Perito Moreno, más precisamente a la altura del kilómetro 28, se pasa frente a la Estancia Anita. Con sus más de 74.000 hectáreas es uno de los establecimientos rurales más grandes de la provincia de Santa Cruz. Es, además, una típica estancia patagónica: se dedicó desde sus comienzos (y sigue todavía hoy dedicada) a la cría de ovejas y la explotación lanera. Se pueden ver desde la ruta sus instalaciones, entre ellas el galpón de esquila, de chapa. Al fondo, un cordón elevado, llamado Barrancas de Anita, en el que nidifican cóndores.

 

En el año 1921, campesinos y obreros esquiladores del sur extremo, compañeros del viento y el silencio, fueron fusilados por soldados de Buenos Aires.

Eran tiempos de Yrigoyen, del primer gobierno radical. Se los mataba porque hacían huelga.

 

Lo que pedían no era mucho: *100 pesos por mes de salario, *que las instrucciones del botiquín de remedios no estuvieran en inglés y *que se les entregara un paquete de velas por mes para poder alumbrarse a la noche. Todo esto estaba escrito en un convenio firmado un año antes por un representante del mismo gobierno que ahora los mandaba matar. Sólo que los patrones no lo cumplieron nunca. Y cuando los obreros se quejaron ante el gobierno porque no cumplían lo que se había pactado, el mismo gobierno que había firmado el convenio los fusiló.

 

¿Quién ordenó tan tremenda represión? El gobierno nacional, que respondió de esa manera rápida y enérgicamente al pedido del gobierno inglés, que no podía tolerar que los intereses de sus súbditos se vieran afectados. Y las estancias de la Patagonia eran de los ingleses.

 

Nadie se hizo cargo de estos asesinatos.

Varela, el militar enviado por el gobierno, dijo que “había cumplido las órdenes que el Señor Presidente le había dado” y que “no había nada que investigar”.

 

En la lejana Buenos Aires la oposición pidió explicaciones, pero no las obtuvo y fue imposible que el Congreso formara una comisión para investigar los fusilamientos.

Los anarquistas libertarios siguieron reclamando, hasta que uno de ellos, el alemán Kurt Wilkens mató con una bomba y varios balazos a Varela, luego fue encarcelado y asesinado en la cárcel; los compañeros de Wilkens, finalmente, mataron al carcelero que lo había matado.

 

Y aquí se termina (o eso dicen) esta serie de muertes trágicas, que empezaron el 7 de diciembre de 1921, en la Estancia Anita, en el lejano Oeste de Santa Cruz, muy cerca de la eterna y helada custodia del Glaciar Perito Moreno, que todavía no era la meca del turismo que constituye hoy en día.

 

Para que entendamos hoy esta historia real, ocurrida cien años atrás, no hace falta demasiada información adicional. Porque a pesar de haber pasado un siglo ya, estamos más cerca de lo que se cree de revivir estos tiempos violentos.

 

Como habrán oído, los poderosos patrones anglo argentinos, aliados con el gobierno inglés, presionaron al gobierno nacional que, por otro lado, dependía en gran medida de las libras esterlinas que le aportaban dichas patronales, y pudieron más (fueron más fuertes) que el acuerdo que el propio gobierno nacional había firmado el año anterior, asesinando a más de 1500 campesinos y obreros argentinos en el camino, a modo de escarmiento.

Era justo el reclamo, porque el acuerdo había sido firmado por el Gobierno Nacional, lo que lo hacía legal, además de su legitimidad nata.

 

¿Les suena de algo esto? ¿Y si en lugar de libras esterlinas, dijera dólares? ¿Y si en lugar de poderosos patrones, dijera poderosas multinacionales? ¿Y si en lugar de gobierno inglés, dijera Corporaciones Estadounidenses?

La Patagonia sigue en manos extranjeras, cada vez más alienada y colonizada, no sólo por los ingleses, sino también por su ex colonia heredera, los Estados Unidos de Norteamérica. Ese terruño tan anhelado por los vendepatrias y sus cipayos entreguistas, cada vez más encantados por la publicidad hollywoodense.

 

Hoy escuchamos muchos discursos hermosos sobre libertad y optimización económica, sobre honestidad y transparencia, sobre intromisiones estatales innecesarias en los mercados.

Pero son sólo eso, palabras hermosas, palabras baratas (dirían los redondos), SALIDAS DE LAS MISMAS VOCES, EN DISTINTAS BOCAS. Las mismas voces que operaron para ponernos de rodillas, primero con un paquete de medidas cuasi-esclavistas, impuestas a la fuerza, por un gobierno militar, financiado por la superpotencia del norte.

Luego, con la Ley de Convertibilidad, ese canto de sirena que aún resuena en muchas memorias como un eco que dice “UNO A UNO”.

Después, con el tristemente célebre “Corralito” ¿se acuerdan? La medida de restricción de la libre disposición de dinero en efectivo de plazos fijoscuentas corrientes y cajas de ahorros, impuesta por el Ministro de Economía (Domingo Felipe Cavallo) el 1 de diciembre de 2001. El mismo sujeto que, desempeñando el mismo cargo, diez años antes, había creado y propuesto la Ley de Convertibilidad.

 

De yapa, y a modo de cierre, les cuento que todo el equipo que participó de la película, se tuvo que exiliar durante el “Proceso de Reorganización Nacional”, y el gobernador de Santa Cruz (lugar donde se filmó) fue encarcelado durante 6 años, por permitir dicha filmación en su provincia.

Lo que llama la atención es que entre 1921 y 1976 pasaron 55 años.

¿Qué necesidad tenía la Junta Mililtar de tomar estas medidas?

La misma necesidad que la de los fusileros de campesinos y obreros, escarmentar, amedrentar y aterrorizar a quienes se atrevieran a reclamar justicia, salarial, civil y de cualquier otra índole.

Porque el miedo es el motor del Poder, si uno deja de temer, deja de someterse mansamente; y eso, querida audiencia, es peligroso.

Peligroso para los grandes mercados que necesitan abaratar costos permanentemente, y para ello, pagan sueldos de hambre, arman golpes de Estado, asesinan presidentes constitucionales y orquestan cuanta medida “haga falta”, por inescrupulosa que sea, para cooptar toda aspiración de soberanía en estas tierras.

 

No hace falta que crean lo que dice este humilde reportero, como siempre decimos, basta con que sigan al dinero.

¿Dónde fue a parar la plata que se pidió al FMI en el 2018?

Si no se invirtió en desarrollo industrial ni en infraestructura vial, edilicia, o en ningún otro proyecto público, ¿dónde está esa plata? Porque les cuento que la tenemos que pagar todos eh… Vos, yo, el carnicero, la docente, el albañil, la remisera. TODOS LA TENEMOS QUE PAGAR (como pagamos, en 2006, la del Correo Argentino nacionalizada por Cavallo).

 

Los que fusilaron a 1500 campesinos y obreros argentinos en nuestro Sur hace 100 años, los que encarcelaron al Gobernador de Santa Cruz hace 45, los que aplicaron la Ley de Convertibilidad hace 30 y el Corralito hace 20 (además de nacionalizar una deuda privada – la de correo argentino – que también tuvimos que pagar todos los argentinos) los que pidieron US$ 50 mil millones al Fondo y la fugaron hace 3 años y medio, y los que ahora se autodenominan LIBERTARIOS, cargando de violencia, odio e indignación a la ciudadanía, mientras prometen cambios radicales positivos para todo el mundo, SON LOS MISMOS, PERO EN DISTINTOS CUERPOS.

LOS MISMOS INTERESES, LOS MISMOS MOTIVOS, LOS MISMOS PARADIGMAS, LAS MISMAS ORGANIZACIONES y (me arriesgo a decir) que LAS MISMAS FAMILIAS.

Elke Joso. Columnista

miércoles, 19 de mayo de 2021

El "Chan-Chan" de Tanguito. (Basado en un relato de Fausto Herrera).


 

Acababa de tocar, por primera vez, su nueva canción en el bar de la esquina que estaba de moda en esos tiempos, que era el único rincón de diversión juvenil verdaderamente joven, en toda la capital. Era un delirio bohemio de navíos y naufragios que, metafóricamente, constituía una oda al ocio. Uno de los testigos de dicho estreno se le acercó amigablemente con una cerveza en la mano, le invitó un cigarrillo y caminaron juntos un buen trecho filosofando entre pitada y trago. De pronto, los tonos de voz comenzaron a elevarse y lo que, en principio, era una charla amistosa de dos personas afines, se convertiría en una discusión acalorada con evidentes indicios de pasar a mayores. Los argumentos de ambos jóvenes tenían algo de razón, dependiendo la perspectiva desde la que se los analizara.

Uno, el músico que venía de estrenar su última creación (a la cual no le daba mucha importancia, pero con la que se sentía satisfecho) le explicaba al otro, los motivos que lo movilizaban en todos los aspectos de la vida, y le aclaraba que el dinero no era uno de ellos. El otro, le suplicaba que lo pensara, al menos una noche, que lo consultara con la almohada y al día siguiente le diera una respuesta más seria, ya que había mucho dinero (potencial) en juego. Ambos parecían compartir un amor insólito por la música pero en el momento en que uno de ellos habló de obtener un rédito económico a cambio de hacer música, el otro lo miró como sorprendido, sonrió y dijo:

-  ¡¿Vos me estás hablando en serio?! Después de todo lo que hablamos, de lo compartido en el bar y en la calle, ¡¿cómo se te ocurre pensar que voy a agarrar viaje?! No necesito ni un minuto más para meditarlo Félix, no voy a venderme a ninguno, por más que me digas que el dueño del sello es argentino y que es el primer sello argentino y toda la gilada nacionalista con la que me querés correr - .

-  Pero José, no te estoy pidiendo que renuncies a tus principios, sino que peguemos el batacazo, una sola vez, con eso basta. El tema nuevo va a sonar en todos lados, vas a ver. Nos vamos a dar el gusto de grabar y de paso, quién te dice, podamos dedicarnos a vivir de lo que amamos, que es hacer música - .

José: - Yo amo la música, por eso hago música, la plata no me importa en lo más mínimo pero si vos querés hacer plata, dedicate a acuñar monedas o a imprimir billetes - .

Félix: - Daaale boludo, que te estoy hablando en serio, con esta canción nos llenamos de guita, seguimos viviendo igual, de la misma manera, pero sin preocuparnos por nada, nunca más.

José: - Le estás errando fiero hermano, no se puede seguir viviendo igual después que uno se vendió. No se puede seguir como si nada una vez que conociste tu precio. Yo creo que sé lo que valgo, y no es plata. No, Félix y es un no definitivo - .

Félix: - Yo sé que el arte es invaluable hermano, pero la comida, los vicios, los equipos, la vida en general, cuesta plata y si no nos apuramos a ganar la punta, alguien más va a copar la parada. El mercado avanza José, queramos o no -. 

José: - Mirá qué te parece si nos damos la mano y concluimos el asunto, ya que aparentemente no vamos a lograr ponernos de acuerdo - .

En ese momento, Félix refunfuñó algo incomprensible y finalmente extendió la mano a José que rápidamente le correspondió el gesto.

Pasado el tiempo, José entendió que la necesidad tiene cara de hereje (como dice el dicho) y dió a su amigo Félix la aprobación tan anhelada por éste, para seguir adelante con la comercialización de su antaño canción, ahora producto.

Aquella charla quedó en el olvido hasta que llegó el '72. Las fuerzas del orden, comandadas por la Fuerzas Armadas comenzaron a desaparecer a militantes de distintas fuerzas políticas (principalmente de izquierda) dice la Historia. Pero en ese año tan turbulento la frontera entre juventud militante y juventud rockera no se delimitaba tan fácilmente, ambas esferas se entrecruzaban como una intersección de conjuntos en Geometría, por ende, las personas que integraban estos conjuntos, a ojos del Gobierno, eran indistinguibles, había que prevenir la emancipación roja a toda costa y a cualquier costo. Pero fueron bastante mesurados por 1972 (si lo comparamos con 1976).

Era septiembre, caía una lluvia pesada sobre la Capital, un muchacho que vestía un saco estilo cazadora de cuero marrón oscuro y unos jeans gastados, corría bajo el aguacero hacia las escaleras del tren subterráneo, luego de haberse saludado apuradamente con su compañía de caminata al llegar a la esquina cercana, donde se separaron para continuar cada cual por un camino diferente. Bajó las escaleras y se apoyó en una de las inmensas columnas que soportan los túneles.

Las seis sombras se mantenían en silencio, inmóviles, acechando a su presa, cuando ésta bajó la guardia, se le fueron al humo, lo tomaron de las extremidades y lo arrojaron a las vías, segundos antes de que pasara el tren por allí.

Todo esto había sido un misterio, hasta hoy, que me decidí a compartir este secreto que ya me asfixiaba y me pesaba de manera insoportable. Me lo contó un viejo amigo del pobre muchacho, me dijo:- yo estuve con él hasta que tuve que doblar en la esquina y él siguió, salió corriendo porque llovía a cagarse y no traíamos ni paraguas. Mientras caminaba, pensaba, en mi soledad, ojalá no se resfríe, que mañana tocamos en el bar. Ese día dejé de creer en todo, ya que no pude percibir nada y nunca más lo volví a ver - .

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Éramos seis en cada patrulla, estábamos a cargo de la vigilancia a civiles considerados potencialmente comunistas, y nos habían recomendado enfáticamente seguir de cerca a un músico medio filósofo, afilado para pensar y para componer. Me acuerdo que nos dijo un superior: "no le pierdan pista y ante el menor indicio de confirmación de causa, fíjense que sufra un accidente". Y así hicimos. Después, por un amigo que compartía cuartel con quien nos había dado aquella orden, me enteré de la traición. Nunca dije nada por obvias razones, y siempre que alguien habla de aquella época, me queda un amargor agrío, como a hiel, en la boca, porque yo sé qué le pasó al pobre hombre. No fue suicidio, ni accidente, fuimos nosotros por órdenes de arriba, órdenes de un alto mando fuertemente influenciado económicamente,, por alguien que decía haber sido en otro tiempo, amigo del objetivo y quería ajustar cuentas - .


miércoles, 7 de septiembre de 2016

Saudade, Mr. Hyde y los verdugos


Por el camino hasta perdimos el derecho de llamarnos 'americanos' (...) nosotros habitamos una Sub-América, una América de segunda categoría: es América Latina, la región de las venas abiertas”.
La sentencia que Eduardo Galeano emite en la introducción a su obra magna, maquillada esta vez por las formas burocráticas, se reproduce por estos días en el vecino país brasilero. Con 61 votos a favor y 20 en contra, se consumó el golpe institucional que destituyó a la Primera Mandataria, re-electa por la vía democrática, en el año 2014.
Esta reafirmación, paulatina pero implacable, de la derecha al Sur del Río Bravo, sentó precedente en Junio de 2009, con el golpe militar a Manuel Zelaya, en Honduras; y no se detuvo más, llevándose por delante a Fernando Lugo, en Paraguay y ahora a Dilma en Brasil. Intentando, por el camino, deponer a Rafael Correa, en Ecuador, a Evo Morales en Bolivia y a Hugo Chávez primero y a Nicolás Maduro después, en Venezuela. Sin descontar a los que lo consiguieron por la vía democrática, como Peña Nieto en México y, en nuestro país, el hijo bobo de Franco Macri.
Subidos a un proceso de investigación acerca de los fondos de la Petrobras, que salpicaba de corrupción a varios funcionarios del Partido de los Trabajadores, con el cinismo que les caracteriza en cualquier suelo, fogoneados por los principales medios de comunicación, y utilizando la doble moral y el doble discurso para con la crapulencia propia; los sectores más conservadores del espectro político brasileño iniciaron una campaña diz que anti-corrupción, que acabó en una fantochada jurídica, legal pero ilegítima, para dar por tierra con un proyecto político inclusivo y muy complejo, que se encontraba atravesando una meseta económica con un cierto riesgo de caer en recesión.
Bajo el discurso de mejorar la economía, el PMDB, llega al poder de manera espúrea, como lo hiciera en 1985, buscando aprobar una serie de ajustes que castigará a los sectores más vulnerables de la sociedad, como sucede con esta suerte de medidas, aplíquense donde se apliquen.
El 12 de Mayo se llevó a cabo el primer acto de la opereta golpista, suspendiendo a Dilma del ejercicio de su cargo y elevando al vernáculo Michel Temer, entonces vicepresidente, al puesto que no pudo conseguir en las urnas dos años antes. Este 31 de Agosto, muchos latinoamericanos nos desayunamos la triste noticia de que el impechment -a.k.a. juicio político- contra la compañera Dilma Rousseff era aprobado, con su consecuente destitución. En el medio pudieron escucharse proclamas reaccionarias pidiendo actuar en nombre de “Dios, la familia y la Patria”, o directamente clamando la injerencia de las fuerzas militares para dirimir el entuerto.
Hablar de bien y mal en el terreno de la política resulta, cuanto menos, pueril. Sobre todo si tenemos en cuenta que se trata de relaciones humanas, y en nuestra naturaleza no hay lugar para tales conceptos absolutos. Más, teniendo en cuenta que se trata de construcciones que obedecen a diversos factores y contextos históricos y sociales. Advertidos de esto, sin caer en el maniqueísmo, quisiera establecer una analogía entre el desafío que han tenido -y tienen- por delante los gobiernos progresistas de la región, con la historia del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. El protagonista de la novela de Robert Luis Stevenson, es un científico taciturno que busca aislar la maldad humana, y lo consigue con una fórmula que lo transforma en el repugnante Sr. Hyde, un ser de maldad absoluta que acaba dominando la psiquis del Dr. Jekyll. La razón de este triunfo por parte de su siniestra personalidad, se debe a que el alma, según explica el asolado protagonista, es un terreno en constante tensión entre lo bueno y lo malo, por ende, su brebaje halla el terreno abonado y copa por entero a su huésped.
Diré que nos ponemos didácticos, y ubicaremos a los gobiernos progresistas y populistas en la senda “del bien”, fundándome en el conjunto de medidas a favor de los trabajadores y de las clases desvalidas y en perjuicio de los monopolios y oligopolios; y a la derecha reaccionaria, del lado “del mal”, en su defensa del status quo. Ahora bien, en la práctica esto es una utopía, por dos razones: en primer lugar, por tratarse la política del arte de buscar consenso, los gobiernos progresistas se ven en la obligación de negociar, con la derecha, muchas de sus políticas. Es el precio a pagar y la condición por pertenecer al capitalismo neoliberal. Se juega con sus reglas... o se cambian éstas de una vez. En segundo lugar, nunca faltan -muchas veces hasta sobran- elementos negativos dentro del propio movimiento, que dañan al conjunto más que los ataques furibundos de los ajenos. Por caso, los funcionarios sospechados de manejos ilícitos, dentro del PT, sirvieron para apuntalar una acusación menor contra la Presidente de Brasil que, inflada por los medios de comunicación, degeneró en un golpe blando que le costó su mandato.
Las izquierdas ortodoxas, mientras tanto, se desgañitan llamando a la revolución desde sus smartphones, sin intención real ni voluntad de llevarla a cabo. Critican a los gobiernos populistas, pero no ofrecen una alternativa de peso: en sí, horadan más de lo que construyen.
Venezuela, Ecuador y Bolivia, retiraron a los embajadores y demás funcionarios del gigante sudamericano, en un aplaudible gesto de solidaridad con Dilma. Cristina Fernández hizo circular una carta urgente a Lula Da Silva, fundador del Partido de los Trabajadores, expresándole su preocupación por volver a ver a Latinoamérica como “laboratorio de la derecha más extrema”.
Macri y Cambiemos, en su coherencia, legitiman el golpe. Lo esperanzador, dentro del bajón general, es que se legitima una herramienta que puede darse vuelta y aplicarles el correctivo a ellos mismos. Lo terrible es que la democracia, de este modo, pierde el poco peso que le queda.
Dejando de lado, por un momento, el aspecto ilegítimo, el discurso de la derecha es el mismo en todos lados: lucha contra la corrupción, defensa de las instituciones, sinceramiento de la economía, etc.. Pero nunca admiten la corrupción de los miembros de sus filas, se cagan en las instituciones democráticas y ajustan la economía como unos necios, buscando rédito económico inmediato, a costa del hambre de los pueblos. Son de manual. Pero también lo es la gente que se traga estos embustes. Sin ir más lejos, en nuestro país tenemos un presidente que, además de empresario corrupto, se encontraba, al momento del triunfo electoral, procesado por contrabando de autopartes y escuchas ilegales a familiares de víctimas del atentado a la AMIA: porque la gente estaba cansada de la corrupción. ¿La lógica? Te la debo, no estoy en tema.
Nicolás Maquiavelo, advertía que un gobernante nuevo debía deshacerse de todos sus enemigos, ni bien llegara al poder, rápidamente y sin darle tiempo de recuperar fuerzas. En esto la derecha tiene mucha más experiencia que cualquiera: una vez ungidos, jamás les ha temblado el pulso para perseguir a quienes piensan radicalmente distinto, ganarse a los fronterizos e inutilizar a los demás. Macri y Temer lo están haciendo: el golpe recibido, tanto por el FPV como por el PT, ha hecho estragos en sus filas.
Los medios cómplices, en ambos países, callan cualquier manifestación en repudio a las medidas devaluadoras, de flexibilización laboral y de apertura irrestricta de las importaciones. Exacerban cualquier indicio de corrupción de las gestiones anteriores, y ocultan los escándalos de sus representados.
La situación, desde una perspectiva panorámica es desoladora. Existe, en portugués, una palabra que no tiene traducción, pero que habla de la nostalgia, la melancolía, la tristeza por la falta de alguien o de algo: saudade. “Saudade, ¿qué será? Yo no sé la he buscado...”, dice Pablo Neruda. Saudade por Néstor. Saudade por Chávez. Saudade por Zelaya. Saudade por Lugo. Saudade por Fidel. Saudade por Cristina. Saudade por Dilma. Saudade por el sueño de la Patria Grande, transformado en pesadilla por propios y ajenos.
Por estos días, vuelve a circular por las redes una fotografía de Dilma Rousseff, a sus veintipocos, en medio de un juicio propiciado por las fuerzas militares, durante la última dictadura brasileña. En ella se la ve con la mirada desafiante y la entereza que sólo pueden presentar los espíritus fuertes, cuando saben que tienen la verdad de su lado. La página web de La Garganta Poderosa, recalcaba la misma fortaleza que se repetía en la mirada de la Presidente, de cara a sus ejecutores políticos, el pasado Miércoles. Dicha imagen recuerda el final del poema de Giordano Bruno a sus verdugos, cuando les dice:
Más, basta, yo os aguardo, dad fin a vuestra obra/
cobardes, ¿qué os detiene? ¿teméis al porvenir?/
Ah, tembláis, es porque os falta, la fe que a mi me sobra/
Miradme, yo no tiemblo, y soy quien va a morir.”
Juan Bautista Martínez
Referencias:
- Un millón de niños en el ojo de la tormenta – Eduardo Galeano
- El misterioso caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde – Robert Luis Stevenson

Dios te faje, María


« Dominique-nique-nique marchaba con toda sencillez
Caminante pobre y cantando
En todos los caminos, en todos los lugares, sólo habla del Buen Dios
Sólo habla del Buen Dios. »
[Sor Sonrisa]
Existe un condicionante, sine qua non, para establecer un debate: un terreno común donde desplegar los argumentos de uno y otro punto de vista. Cuando, por el motivo que sea, no puede garantizarse dicho escenario, existen entonces declaraciones de intenciones que no lograrán conciliar ni una coma. No tanto por las diferencias intrínsecas o extrínsecas, sino porque, sencillamente, aparecen como pertenecientes a realidades paralelas.
Esto pasa cuando, por ejemplo, se pretende debatir los argumentos de la retórica cristiana fuera del terreno de la fe. El sentido común, para esta retórica, por ser común, asequible al vulgo, se halla vedado, y es comprensible que así sea: a la luz de la razón, de la lógica, de la filosofía y de otra cualquiera de las facetas de la inteligencia humana, el relato fantástico de los intermediarios de Cristo no resiste ni el análisis más simple.
A esto remiten las declaraciones de Monseñor Puiggari y del Presbítero Bonnin, cuando instan a la sociedad a contemplar el oprobio carmelitano -a raíz del allanamiento del convento de Nogoyá, el pasado Jueves 25/08- en perspectiva: como propios de una cultura cerrada a cal y canto y oculta a la vista de los curiosos, y superviviente a avances y retrocesos en las sociedades, como reliquia del medioevo.
En cuanto institución a la vanguardia de la censura y el ocultamiento -aún a Siglo XXI de la era cristiana-, la Iglesia Católica, a través de sus voceros, salió al cruce del operativo policial y de sus resultados, alegando premura de parte de las autoridades, actuando éstas como piezas de un entramado conspirativo para desprestigiarla; evitando, al huir por esa tangente, pronunciarse acerca de las prácticas flagelantes que son ingrediente identitario de la comunidad carmelita.
Sin ánimo de fundarme enteramente en Nietzsche -lo que sería muy cómodo, dado el marco teórico y el sondeo histórico que el filósofo realiza a lo largo de todas sus obras y, sobre todo, en El Anticristo-, es preciso señalar un aspecto curioso: el sentido de trascendencia de la fe cristiana, y, por antonomasia la católica, está dado por el milagro de la resurrección de Jesucristo y el perdón de los pecados. Sin embargo, la figura del Mesías que más abunda en los templos del catolicismo, lejos de ser la del redivivo redentor, es la del Cristo crucificado, azotado y clavado a la cruz, con las heridas en llaga viva. Hacer hincapié en el perdón y el amor al prójimo, mientras subyace el dolor, la violencia y la vergüenza de la cruz, se traduce en odio por el cuerpo y por las necesidades y placeres que éste supone.
La categoría alma tiene un lugar privilegiado en la retórica cristiana, que se basa en la salvación de la misma; y en el imaginario colectivo reproduce este lugar de primacía, a salvo de cuestionamientos y de definiciones. El pensador estadounidense del siglo XIX, Ambrose Bierce, en su reconocido diccionario, afirmaba del alma: “Entidad espiritual que ha provocado recias controversias. Platón sostenía que las almas que en una existencia previa (anterior a Atenas) habían vislumbrado mejor la verdad eterna, encarnaban en filósofos. Platón era filósofo. Las almas que no habían contemplado esa verdad animaban los cuerpos de usurpadores y déspotas. Dionisio I, que amenazaba con decapitar al sesudo filósofo, era un usurpador y un déspota. Platón, por cierto, no fue el primero en construir un sistema filosófico que pudiera citarse contra sus enemigos; tampoco fue el último. 'En lo que atañe a la naturaleza del alma' dice el renombrado autor de Diversiones Sanctorum, 'nada ha sido tan debatido como el lugar que ocupa en el cuerpo. Mi propia opinión es que el alma asienta en el abdomen, y esto nos permite discernir e interpretar una verdad hasta ahora ininteligible, a saber: que el glotón es el más devoto de los hombres. De él dicen las Escrituras que «hace un dios de su estómago» (...)'.
George Bernard Shaw, advertía a este respecto: “Ahora ya sabemos que el alma es el cuerpo y el cuerpo es el alma. Nos dicen que son diferentes porque quieren convencernos que podemos quedarnos con nuestras almas si los dejamos esclavizar nuestros cuerpos.”
No sorprende, entonces, que el Presbítero Bonnin presentara, este Viernes pasado, un decálogo para justificar la realidad en el convento, con la clásica costumbre de utilizar un lenguaje altisonante para terminar diciendo nada concreto.
En primer lugar, aduce que la realidad intramuros es necesariamente desconocida, tanto para propios como para ajenos. Su vocación es un misterio para el hombre de hoy. Con esto podemos considerar: a) que esa vocación responde a un período de la humanidad desfasado del tiempo común a todos los demás mortales; y b) que dicha vocación es un misterio por razones ultraterrenas. En todo caso, nosotros somos simples mortales, ávidos de novedades y de morbo, seamos francos, y toda esta problemática se nos presenta inaccesible para nuestros sentidos y nuestra comprensión.
En segundo lugar, estas prácticas se encuentran legalizadas mediante las reglas “de 1990” y “de 1991”. Una más austera y férrea que la otra, pero ambas legitimadas por El Vaticano, por su “eficacia para llevar a muchas almas a la santidad”. Acá nos encontramos nuevamente -y no será por última vez, os lo juro-, con razones de índole ultraterrena. Dado por un manifiesto conocimiento, de parte de las autoridades eclesiásticas, del destino de las almas al finalizar el ciclo vital. Sin duda que contar con data tan privilegiada, en nuestra sociedad de la información, asegura el ara desde la que despotrican contra el mundo.
Respecto del tema de la clausura, el presbítero aclara que las religiosas que ingresan, además de hacerlo por propia voluntad, pueden irse cuando quieran. A este propósito, dos cuestiones: la primera, tiene que ver con esa supuesta voluntad para abandonar la orden, y que se presenta análoga a la situación de las mujeres maltratadas, que no abandonan a los maridos golpeadores por más libertad que para hacerlo posean; pero ¿dónde queda la voluntad? La segunda, me retrotrae a la homilía de una misa de niños a la que asistí en mi infancia; en ella, el sacerdote, tratando el tema de la solidaridad, invitaba a los presentes a ser solidarios con quien tuviéramos cerca, recalcando lo fácil que resulta ser solidarios con los malnutridos y enfermos del África, y lo dificultoso que nos resulta tener un buen gesto con el vecino necesitado. En una lectura sobre la posmodernidad, Beatriz Sarlo toca el tema del hiperindividualismo de manera similar a la del sacerdote en su prédica dominical. A esto, opinión personal, se reduce la piedad de las hermanas de clausura: abstraerse del mundo real y de cualquier intento de incidir positivamente en él, a cambio de la tranquilidad del claustro.
La situación de los castigos corporales, razón del cuarto inciso del decálogo presbiteriano, es el quid de la cuestión. En primer lugar, es necesario separar la cuestión de la austeridad del bondage carmelitano. El consumismo desmedido es uno de los pilares del neoliberalismo voraz en que nos movemos cotidianamente; de esta suerte, resistir y llevar un modo de vida austero, puede considerarse una práctica contestataria. Ahora, el tema de los castigos corporales, autoinfligidos o proporcionados por terceros, no tiene asidero en las parábolas de Jesús (como casi toda la parafernalia religiosa, si nos ponemos estrictos), sino, para el presbítero Bonnin, en las cartas del converso Saulo de Tarso, a.k.a. San Pablo, donde manifiesta la necesidad de castigarse para brindarle un fundamento incuestionable a su prédica. El desprecio del cuerpo, de los instintos, de los placeres y los deseos humanos, todos instrumentos del Diablo, llega a lo que, en cualquier otro ámbito de la realidad, puede considerarse una patología psíquica. El límite, sin embargo, según determinó Bonnin, es la preservación de la salud mental y psicológica. No se desesperen, la lógica queda fuera de juego en estas consideraciones, como advertía al inicio. Monseñor Puiggari, encubridor de los curas pedófilos Ilarraz y Moya, nos tranquiliza diciéndonos que las hermanas sólo se autoflagelaban los Viernes. El potro quedaba para los Martes y Jueves...
La siguiente razón en el decálogo, es la de la obediencia. Ésta, se basa en que la voz de las Superioras es, en este caso, la voz de Jesús. Aquí entra en escena, nuevamente, las ideas de voluntad y libertad. Ambas al servicio de una obediencia que tiene como límite el transformarse en dominación. Que lo diga un representante de la Iglesia Católica suena ampuloso y poco creíble, dado el carácter autoritario con que actúan en la sociedad; y más en una sociedad como la nogoyaense, fundada en la fe del Carmelo. Tengamos presente que la dominación no siempre es formal y escrita, y muchas veces -por caso la eclesiástica- presenta caracteres implícitos en la vida y las costumbres de un pueblo.
La Santa Inquisición, una serie de instituciones dedicadas a combatir la herejía (del griego herético, es decir libre), la brujería y castigar a los impíos, fue fundada en la ciudad de Lánguedoc, al sur de Francia, en el siglo XIII de la era cristiana, y fue responsable de los mayores genocidios de la humanidad, aún antes de Hitler (al que la Iglesia bendijo, por otra parte); y se mantuvo, como institución, hasta la década del '60 del siglo pasado, es decir: hasta hace apenas medio siglo. Dicha institución no precisó jamás pruebas concretas de los condenados a la hoguera, la horca, la tortura y el desmembramiento. Bonnin y Puiggari criticaron la celeridad con que la Justicia actuó al respecto, y desconocieron a consciencia que la denuncia se fundaba en una investigación de dos años, realizada por el periodista Daniel Enz, para la revista de corte político-amarillista Análisis. Sin embargo se atienen, como debe ser, al principio de inocencia contemplado por nuestra Constitución Nacional y vigente, al menos, en lo teórico. Es decir, los voceros del episcopado critican las mismas leyes en las que se amparan. Si remarco esto no es porque considere incuestionable a las leyes, sino por la endeble defensa del horror que esgrimen los prelados.
Reconociendo que puedan existir monasterios donde los principios carmelitas no son bien vividos, Bonnin pone el acento y la carga de responsabilidad en los defectos y pecados humanos, más que en la legislación vigente. Apelando a la ironía: si usted no quiere golpearse o torturarse, hambrearse o prescindir del agua y del jabón, se debe a que es usted un/a pecador/a, y más le vale irse derecho al Infierno y dejar de molestar aquí.
En el caso de abuso de autoridad por parte de las figuras al mando del monasterio, dice el presbítero, es bueno que la autoridad eclesiástica competente pueda intervenir. A priori parece razonable, más si profundizamos, salta a la vista la cuestión del encubrimiento que este tipo de autoridades han ejercido sobre sus subalternos en toda época y lugar. El crimen sollicitationis, es un decreto vaticano, ratificado por el entonces cardenal Ratzinger (hoy ex-Papa), el cual postula que, ante los hechos de abuso de menores por parte de miembros del cuerpo de la Iglesia, sean estos mantenidos en secreto, diz que para ser revisados por las autoridades eclesiásticas antes que por la legislación civil, y que no se produzcan escándalos que salpiquen de ignominia a la Institución. ¿Por qué creerles entonces que su intervención es garantía de justicia? Más aún, estando en conocimiento de los ultrajes físicos y psicológicos puertas adentro del convento, so pretexto de que es parte de dicha cultura.
En el caso de haber existido realmente, Jesús de Nazareth no dejó escritos propios de su doctrina. Su legado oral ha sido, sin embargo, a lo largo de los siglos, bastante claro y contundente: amáos los unos a los otros como a uds. mismos. Sus principales críticas estuvieron dirigidas a los modos de vida enraizados en la abundancia y la desigualdad, y a las organizaciones religiosas judías de esa época. Fue Justiniano, emperador romano de los siglos V y VI, quien le dio cuerpo e institucionalidad a la Iglesia como se la conoce hoy en día, análoga en muchos aspectos a aquellas organizaciones que disgustaron al Mesías. Decir que los miembros de la misma, llevan una práctica de vida similar a su Fundador, es como afirmar que mantener todas las lámparas encendidas reducirá el costo del servicio eléctrico. Sin embargo, lo afirman.
Para finalizar su decálogo, la Iglesia (y se encarga de afirmar que nadie más que ella) desea que los monasterios sean lugares de felicidad y alegría. Y que quienes se hallan sentido heridos por el mal proceder de sus miembros, hallen pronta sanación y paz. A este respecto, cito al Nietzsche de Más allá del bien y del mal, cuando sentencia que: “no es su amor a los hombres, sino la impotencia de su amor a los hombres lo que les impide a los cristianos de hoy... quemarnos a nosotros”.
No es necesaria una campaña anti-católica y ateísta, para nada: como vemos, se flagelan solos. Y solas.
Juan Bautista Martínez
Referencias:
- “El Anticristo” - Friedrich Nietzsche
- “Más allá del bien y del mal” - Friedrich Nietzsche
- “Humano, demasiado humano” - Friedrich Nietzsche
- “La genealogía de la moral” - Friedrich Nietzsche
- “El diccionario del Diablo” - Ambrose Bierce
- “En qué mundo vivimos” - Gustavo Santiago