Aún así, debido a la efeméride que nos atraviesa como un antiamnésico, el día de hoy, 19 de diciembre, día de la dignidad nacional, permítanme que me remonte algunos años en el tiempo.
¿Se acuerdan del Corralito, de la ecatombe social, de la ineptitud y corrupción política, del estado de sitio? Porque cuando leo y escucho a muchos supuestos paladines de la libertad, y veo su repercusión masiva, pareciera que no.
¿Se acuerdan cuándo las corporaciones mediáticas, funcionales a los intereses extranjeros, decían que hacíamos campaña del miedo con el cuco del 2001 y pasó que perdimos las elecciones del 2015 y pasó que le pidieron 50 mil millones de dólares al Fondo Monetario Internacional y no inviertieron ni uno de esos dólares en desarrollo vial, industrial, social, ni de ningún tipo?
¿Se acuerdan de los miles de millones de pesos que gasta la oposición en pauta publicitaria?
¿Se acuerdan de Pocho Lepratti, el entrerriano que laburaba en Rosario, rescatando pibitos de las drogas y del narco, en las villas miseria?
¿Se acuerdan de Maximiliano Kosteki y Dario Santillán?
Hace pocos días se cumplieron 20 años del Corralito, 30 de la Ley de Convertibilidad, y 100 de los fusilamientos a los anarcolibertarios en el sur del país.
Todos esos sucesos están intrínsecamente conectados por la larga pugna entre quienes ostentan el poder real, el poder económico, ese que busca saquear las entrañas de nuestra patria y exprimir a nuestros compatriotas y a su descendencia, contra el debilitado poder político, mero empleado del anterior, que las menos de las veces, busca equilibrar la balanza de la grieta, en favor de los más débiles para compensar el peso insoportable de los poderosos, evasores, extractivistas, vendepatria y ladrones de traje.
Miren a Chubut si no me creen, que el otro día, después de 20 años de salir a la calle con justa razón, el pueblo chubutense tuvo que soportar, no sólo la represión de parte de sus representantes sino además la traición de éstos, con su electorado, al promulgar la aprobación del ecocidio más grande y dañoso de la actualidad, la megaminería, que contaminará el único río que posee la provincia, fuente de agua dulce y, por ende, de vida, además de la destrucción irremediable del paisaje.
Cuánta falta que hace el compromiso de la sociedad en las causas justas, apartidario si gustan, porque defender la tierra, los recursos y la herencia de nuestros descendientes, no debiera tener ni necesitar de partidos políticos, sino que debería ser algo que hiciésemos visceralmente, algo que llevásemos en la sangre desde antes de nacer.
Hoy 100 años después de los fusilamientos de los obreros patagónicos, a manos del mismo Estado que había pactado cumplir sus demandas, arrodillado por la industria lanar inglesa, fuente de divisas extranjeras de reserva; hacen tanta falta ESE tipo de libertarios, dispuestos a luchar y morir por sus ideales, sus convicciones y su dignidad como trabajadores.
Hoy, 30 años después de la Ley de Convertibilidad, que aún resuena como un eco en muchas mentes, recitando el UNO A UNO; y a 20 años de su conclusión nefasta llamada corralito, es imprescindible tomar consciencia de las consecuencias que trae el Libre Mercado, la no intervención estatal proteccionista, recordarlas, recordar a sus protagonistas de entonces y de ahora, y no olvidar jamás que quienes defienden estos planes económicos, no lo hacen más que por dinero y por poder, por el dinero que les sobra ya y por el pedacito de poder que les falta, el de legitimar a perpetuidad el colonialismo en nuestra nación soberana y en toda América Latina.
Hoy, 20 años exactos después, se ve, nos encandila más que verse, la necesidad de más Pochos Lepratti en una ciudad, antaño cuna de la bandera y de la patria, hoy recinto inexpugnable de las mafias que controlan todo, haciéndole honor a su antiguo apodo de Chicago Argentina.
Es también, profundamente necesaria la urgente toma de conciencia memorioza nacional, que no olvide a sus detractores, embaucadores, traidores y colonizadores. Y que les condenen al fracaso en las urnas, en las mentes y en los corazones de la ciudadanía toda. Para que ésta, finalmente unida, persiga el florecimiento de la gran República Argentina que merecemos dejarles a nuestros hijos e hijas, una nación soberana, independiente, justa, que no se arrodille frente a potencias ni monedas extranjeras, porque La Dignidad Nacional y el amor por la Patria que habite en sus conciencias no se lo permita.
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