domingo, 26 de junio de 2016

CHARLY MEL ó LA PRIMERA DEPOSICIÓN DEL BEBÉ



La potencia intelectual de un hombre se mide por la dosis de humor que es capaz de soportar.”
 
Cuanto menos polémica, la sentencia de Nietzsche reconoce un vínculo estrecho entre el humor y el intelecto, quitándole a este último esa aura de solemnidad sacrosanta, que solían (y suelen) atribuirle muchos acartonados pensadores. Siguiendo esta línea, no nos extrañe, entonces, que un exponente de peso, como Luis Alberto Spinetta, le atribuyera a Diego Capussotto la categoría del pensador argentino con más lucidez de los últimos tiempos: “por hacernos pensar desde el humor”, decía El Flaco, poco antes de partir.
 
Obviando un poco sus inicios televisivos en Cha-Cha-Chá, y el éxito junto a Fabio Alberti que fue Todox2Pesos; a través de una galería prolífica y variopinta, la dupla Capussotto - Saborido, nos ofreció perlas de un entretenimiento irónico, mordaz, inteligente, bien contextualizado y jamás inocente. Dejando clara siempre su línea política, ideológica y, por supuesto, musical, nunca se atrincheraron en falsas neutralidades, y engendraron, de esta suerte, personajes icónicos que pronto se volvieron clásicos. Una parodia bastante under de Violeta Rivas, se transformó en referente de la filosofía punk de cara al nuevo siglo, enrostrándonos la esclavitud maquillada a que asistimos cotidianamente; y un híbrido entre Adolf Hitler y Ale Sergi, con mucho PRO -según el propio Capussotto-, desnuda lo peor de ese fascismo pequeñoburgués que con tanto candor reclama un “cambio”, sin poder explayarse mucho más allá del enunciado, y que ve como la solución de todos los males a la repatriación de inmigrantes limítrofes.
 
Pero de tanto entrañable, voy a destacar el que, a mi ver, es uno de los personajes menos populares. Jorge Mecoño es, también, un ser bastante aborrecible, como su propia filiación sugiere: mecoño es el nombre que recibe el primer cago que los seres humanos arrojamos al mundo. Algo así como el cago primigenio. En síntesis, un sorete.
 
Aunque muchos lo consideraron una parodia más de Mauricio Macri -recordemos que ya existía Micky Vainilla-, otros, por afinidad sonora, establecimos relación con otro mojón de gran envergadura, aunque menos famoso: el economista neoliberal Carlos Alberto Melconian. Charly Mel, para los amigos.
 
Publicista del imperialismo en su arista financiera, Melconian ha comenzado a ganar renombre hace bastante poco en el imaginario popular, lo que considero, a todas luces, una enorme injusticia. Más, si tenemos en cuenta que este laburante de la desdicha, lleva tomando decisiones políticas de importancia a partir del endeudamiento leonino que estatizó, junto a Domingo Felipe Cavallo, la deuda privada de los baluartes económicos de la última dictadura. Mediante esta movida -de vientre-, algunos pocos grupos económicos se cagaron en todos nosotros durante muchos años... y contando.
 
En 1986, ya en democracia, se opuso, mediante informe 480/161, a que se investigaran los orígenes de la deuda, afectados de fraudulencia e ilegalidad.
Siempre fiel a sus ideas, se desempeñó como consultor privado en el Banco Mundial, uno de los organismos crediticios internacionales, junto al FMI, más funestos para la historia de cualquier país periférico. Trabajó para Carlos Menem, pater de soretes, en la campaña de 2003 como candidato a Ministro de Economía; y desde 2005 forma parte de Propuesta Republicana, la alternativa kitsch al menemismo.
 
Durante la campaña previa a las últimas elecciones, Melconian fue uno de los pocos que no disfrazó sus intenciones. Se mantuvo coherente defendiendo a los tenedores de deuda, asegurando que eran “tipos con muy buena voluntad”. Cuando el discurso macrista mutó, luego de las internas, en demagogia in extremis, Charly Mel, no cambió el discurso. Alumno de la escuela de economistas que utilizan un lenguaje enrevesado, como alertaba Scalabrini Ortiz, para que nadie les preste atención, este sicario a las órdenes de Tío Sam, explicó que habría despidos, devaluación, ajuste, tarifazos y quita de subsidios a los servicios. Declaró, con paciencia docente, que los salarios argentinos estaban muy altos, que por este motivo nuestra economía era inviable, y que la única forma de negociar una baja real era generando desempleo. Textual. Nada puede reprochársele en este punto, él lo dijo.
Dijo, además, que lo importante era “negociar” con los fondos buitres –a quienes había pedido que no se les llamara así–, y acatar el fallo del juez Thomas P. Griesa.
 
En Octubre/15 viajó, por orden de Mauricio Macri, a Estados Unidos, para reunirse con Paul Singer, comandante en el ataque de los fondos buitre, para gestionar la tracción de dólares a la Argentina, en caso de que ganara Cambiemos, a cambio de que se le garantizara un acuerdo sobre sus bonos del default, que resultara suculento a sus clientes y a él mismo.
 
Por los servicios prestados, este paria político opera, hoy por hoy, como Presidente del Banco Nación. En Febrero se acordó pagarles a los buitres mediante una nueva emisión de bonos de deuda por aproximadamente 16.500 millones de dólares, mediando Abril. Se pagó hasta lo que no entraba en litigio. Quien estuvo a cargo de la negociación no fue otro que nuestro querido –a estas alturas no pueden decirme que no lo quieren– Charly Mel.
 
Tanta celeridad para entregar la soberanía económica a la rapacidad financiera estadounidense, si bien del todo coherente con la ideología neoliberal, se explicó por estos días cuando se filtró un documento que revelaba que Charly Mel fue uno de los titulares de bonos de deuda que inició las demandas contra su propio país en el año 2009, no aceptando ninguna de las llamadas previas a conciliar.
O sea, el flamante Presidente del Banco Nación ha estado operando, velada pero activamente, contra la Argentina, desde 1982, sin descanso. Hoy, como juez y parte, pero además, pugnando por incrementar las tasas de desempleo para generar competitividad.
 
Duele la falta de memoria y la insensibilidad de un pueblo que no espabila.
Es increíble cómo funciona, en algunos seres humanos, una especie de indignación selectiva: nos pronunciamos todos contra José López, delincuente indefendible, atrapado con las manos en la masa en una puesta en escena, a lo SWAT, de la maldita policía, y cuya causa ya está en manos de la justicia, como debe ser; pero no reaccionamos a los manejos espúreos de un delincuente indefendible como Charly Mel, que laburó arduamente para pagarse a sí mismo con las mejores tasas, y que está teniendo éxito, como uno de los ideólogos de la actual gestión, en engrosar las filas de desocupados. Como él había advertido que sucedería si ganaban.
 
El invierno comenzó antes este año, y se perfila heavy. Hay que asegurarse el sustento, con cada vez menos garantías laborales. En todo este maremágnum de caca, hay que apelar al ingenio para administrarse con lo poco, y afilar la ironía y la suspicacia: cualidades necesarias para desarrollar y refinar el sentido del humor, reírse en y de la desgracia, porque como decía Jauretche, “los pueblos deprimidos no vencen”.
 
Otra frase, de otro gran humorista con una, también, muy lúcida sensibilidad social, Mario Moreno, alias “Cantinflas”, reza que “el mundo debe reírse más, pero después de haber comido”. Hacer humor en la bonanza es necesario, en la desmoralización programada, obligatorio.
De momento, Charly Mel suscribe la muletilla de su doppelgänger, Jorge Mecoño: ellos sufren, yo no.
 
En El Eternauta, Héctor Oesterheld enfrenta a sus protagonistas con fuerzas que los rebasan en todos los planos posibles. El panorama general es desolador. Los enemigos, casi omnipotentes, gozan del beneficio de la invisibilidad: Ellos están detrás de todas las desgracias pero nunca muestran la cara. En la realidad –y, convengamos que Oesterheld hace una lectura muy cruda de la realidad en su ficción–, sucede un poco esto; los que mueven los hilos conductores de los destinos de los pueblos y de las naciones, rara vez suelen ser los políticos, que reciben más bien dádivas cuantiosas por obedecer, sino tipos que se quedan cómodos detrás de un escritorio, en una oficina calefaccionada. Ajenos al padecimiento de las mayorías. Por eso, la solución de los héroes, en la historia de Juan Salvo, es la de conformar al único héroe posible: el héroe colectivo; es decir, entre todos la lucha, entre todos la luz. O como decía el Sup Marcos: para todos la luz, para todos todo.
 
Por ahora, suyas son las dádivas, la luz, el gas y la tierra; nuestra: la bosta.
 
 
Juan Bautista Martínez (Columnista)
 
 
 
 
Fuentes:
 
- Friedrich Nietzsche - “La gaya ciencia”
 
 
 
 
 

sábado, 18 de junio de 2016

CRISTO VENCE




El mayor miedo de las clases dominantes ha sido siempre que el pueblo se politice, que adquiera consciencia de su protagonismo y valía en el entramado social y organizacional de un país o de una comunidad. De eso dan buena cuenta los innumerables intentos de acallar la voz de las masas, que podemos encontrar en nuestra historia reciente.
 
La siembra del terror, traducido en miedo al compromiso político y social, no ha sido nunca aleatoria o casual: las FFAA de nuestro país, rara vez han tenido la oportunidad de cumplir con la función que les da razón de ser, que no es otra que la de defender la Patria de amenazas externas. Como instrumentos de la derecha conservadora, su misión ha sido la de disuadir al pueblo de reclamar 
por sus derechos.
 
Desde su puesto en el Departamento de Trabajo, al que, irónicamente, accedió luego del golpe del G.O.U. en 1943, y, posteriormente, desde la Secretaria de Trabajo y Previsión Social, durante el gobierno de facto del General Pedro Pablo Ramírez, Juan Domingo Perón se ocupó de empoderar a las masas desclasadas, con medidas revolucionarias para la época, como el reconocimiento de los peones rurales como verdaderos trabajadores, los convenios colectivos de trabajo y las vacaciones pagas para todos los laburantes, entre otras. Medidas que echaron raíces profundas, y que hoy defiende hasta el anti-peronista más acérrimo.
 
Ya como Presidente, el decreto Nº 29.337 del año '49 garantizará la gratuidad universitaria para todos los latinoamericanos, vigente hasta nuestros días y refrendada hace bien poco. La reforma constitucional de ese mismo año, daba por tierra el Real Patronato, legalizaba el divorcio y atacaba al capitalismo en su espíritu: otorgarle carácter social a la tierra está necesariamente reñido con la sacralización que de la propiedad privada se hace.
 
Estas medidas re-valorizaban, en cierto punto, las ideas de Mariano Moreno, acerca de la toma de consciencia por parte de los pueblos. Ideas que habían sido echadas al olvido por el triunfo de la oligarquía agraria, inmediatamente después de la proclama de Independencia.
 
Es comprensible que semejante ruptura con la estructura social impuesta, tuviera como consecuencia un ataque furibundo por parte de los sectores más conservadores, como ser: las FFAA, el radicalismo heredero de Alvear, la cúpula eclesiástica, los especuladores extranjeros y los empresarios fáusticos; y que se empotrara una defensa igual o más airada.
 
Este rechazo a la ampliación de derechos -tan vigente-, halló cauce en el ataque terrorista más violento que sufrió nuestro país en toda su historia: el bombardeo a la Plaza de Mayo, del que se cumplieron 61 años el pasado Jueves 16 de Junio.
Bendecidos por la Iglesia Católica, afanosos de una cruzada y con los crucifijos pintados sobre la señal de Victoria, 22 North America, 5 Beerchraft, 4 Gloster y 3 Anfibios Catalina, pertenecientes a la Aviación Naval y a la Fuerza Aérea argentina (*), oscurecieron el cielo y el futuro de la Nación, bombardeando a mansalva a miles de inocentes, con el oscuro propósito manifiesto de matar a Perón, y con el aun más oscuro, por velado, de despolitizar a las masas, eliminando al peronismo, para re-hacerse con un poder que creían -y creen- merecer por derecho de nacimiento. Todo en el nombre de Dios, la Patria y la Bandera.
 
El virulento ataque se sostuvo durante 5 horas, y el saldo de la masacre fue de 
364 muertos y más de 2000 heridos, 79 de ellos con lesiones físicas permanentes. Todos civiles: adultos, jóvenes... y niños que no pudieron escapar de un autobús escolar.
 
Los atacantes, a las órdenes de Eduardo Lonardi y Pedro Eugenio Aramburu, entre los cabecillas más destacados, se refugiaron en Uruguay, donde el gobierno de Luis Batlle Berres los asiló como si fueran héroes de la Patria, y no criminales que acabasen de regar las calles de Buenos Aires con la sangre de sus compatriotas, en nombre de una libertad que apestaba a foraneidad.
 
La Revolución Libertadora, que se inició con esta sangría, fue un esperpento político que se basó en la persecución y proscripción del peronismo, iniciando una sucesión de etapas cada vez más aciagas, culminando en el genocidio del '76 al '83.
 
Hace unos años leía, en una edición de la revista VIVA, una entrevista a algunos de los atacantes, donde, con total impunidad, narraban la planificación del horror sin mostrar un ápice de arrepentimiento. Uno de ellos era Osvaldo Cacciatore, que en ese tiempo era capitán brigadier de la Fuerza Aérea, y que hiciera fortuna durante la última dictadura cívico-militar, con el oprobio de la Patria contratista, en sus negociados con las empresas de la familia Macri, y la posterior estatización de sus deudas. La impunidad llega hasta nuestros días: no sólo pagamos las deudas fraudulentas de SOCMA, tomadas por un terrorista, bombardero de su propio pueblo como Cacciatore, sino también un sueldo como Presidente al hijo bobo de Franco y, con los años, le pagaremos una jubilación de lujo.
 
Osvaldo Vergara Betiche, en su blog Cultura y Nación, lamenta que nosotros no tuviésemos a un Pablo Picasso que inmortalizara la barbarie, como hiciera el maestro malagueño en su Guernica. Ambas escenas se parecen mucho. La diferencia, advierte, radica en que la ciudad vasca fue atacada y reducida a escombros por fuerzas alemanas dentro del contexto de un conflicto bélico; Capital Federal fue bombardeada en tiempos de paz, por las FFAA nacionales -hay que insistir en este punto- para matar a un Presidente elegido democráticamente, y asegurarse de que sus seguidores desistieran de continuar con esas ideas.
 
Hernán Patiño Mayer, integrante de Cristianos para el Tercer Milenio, sostiene en una nota para el diario Página12, de 2014, que el aspecto medular en todo esto, sigue siendo la impunidad: a día de hoy, a cualquiera que se le pregunte cuál fue el peor atentado terrorista que ha sufrido la Argentina, responderá con celeridad y sin titubear que se trató del atentado a la AMIA, desconociendo que el número de muertos del inicio de la Revolución Libertadora, casi llega a cuadruplicar la cifra. No se trata de restarle importancia o gravedad, sino de poner de relieve cómo, aunque la impunidad es análoga y atemporal, uno de ellos es silenciado, o señalado, de manera perversa, como un acto de justicia.
Nuestra historia, como afirma el siempre vigente Eduardo Galeano, es una historia de derrotas tras derrotas. En cuanto levantamos un poco la cabeza, viene un borceguí y nos la pisa. Pero los fachos también se aggiornan, ya no se presentan en aviones de guerra, para asesinarnos sin cuartel: hoy tienen programas de TV y radio, o hablan un lenguaje juvenilizado y bailan cumbia en algún balcón de la Casa Rosada, mientras con su desidia hipotecan nuestro presente y futuro. Pero es sólo la máscara: si uno se fija bien, ahí están la mirada calculadora y la sonrisa sardónica.
 
Vienen por lo mismo que antes: por nuestro empoderamiento, por nuestros derechos, por nuestra autodeterminación y por nuestra identidad. Tristemente creo que nos lo merecemos: no supimos defender las conquistas. Todos los días cae una bomba que destruye lo que empezábamos a construir con esfuerzo, por incipiente que fuera. Bombas ajenas y bombas propias. Algunas son de estruendo, otras de humo. Pero siempre dañan. La naturalización del desasosiego sólo puede combatirse con memoria...
 
Los que ganan escriben la Historia... y también la borran.
 
 
 
 
 
Juan Bautista Martínez (Columnista)
 
 
 
Fuentes:
 
 
 
- Hernán Patiño Mayer – “El peor atentado de la historia” – (Página 12 – 31/07/2014)
 
- Osvaldo Vergara Betiche – “A nosotros nos faltó Picasso” – (www.culturaynacion.blogspot.com)
 
- Marcelo Larraquy – “El bombardeo y la caída” – [(Capítulo 4 de "Marcados a fuego (2). De Perón a Montoneros", Aguilar, 2010]
 

sábado, 11 de junio de 2016

OPERACIÓN: ABORTO


Según Nietzsche, la tradición patriarcal del judeocristianismo, surgió en contraposición a las culturas matriarcales de pueblos contemporáneos al hebreo, como los canaanitas, donde la preeminencia estaba puesta en la mujer, en su calidad de alumbradora de vida. La subversión de valores que hizo el cristianismo -no digamos ya el catolicismo-, y que nos atraviesa a todos, creyentes o no, las pone en el lugar de factoría humana, so pena de condena eterna. La biología no nos permite a los hombres concebir, ergo, desconocemos -y siempre vamos a desconocer- de primera mano, las consecuencias del embarazo y del parto. Quizás a esto se deba cierta liviandad al momento de juzgar temáticas afines. Informarse es la premisa nodal.
Existen tópicas que requieren una dosis extra de rigor para ser abordadas. Sucede, por ejemplo, con las discusiones acerca de la eutanasia, la despenalización de la tenencia de estupefacientes para consumo personal pero, sobre todo, con la despenalización del aborto.
Mal planteado, decir que se está a favor del aborto es como decir que se está a favor de la esclavitud: suena ilógico, si el argumento es en el contexto de un mayor reconocimiento de derechos; por eso, lo correcto es posicionarse a favor del derecho de las mujeres a interrumpir el embarazo. Concienciar acerca de que existen situaciones límite, donde la interrupción se torna necesaria para salvar la vida de la madre, por ejemplo. Muchas veces, se esgrimen posturas cerradas, ya sea por SÍ o por NO, que no dan lugar a lo que realmente importa, como es abrir la discusión e informarse acerca de una tópica tan sensible.
Uno de los principales argumentos en contra, salpica la cuestión civil de tintes religiosos: el comienzo de la vida, se da con la concepción. Esto está reconocido mundialmente en los postulados del Pacto de San José de Costa Rica. Pero primero lo reconoció la doctrina cristiana desde la época medieval, que, a esta parte, poco ha cambiado: muchas de las supuestas brujas quemadas en la hoguera, eran mujeres que tenían, entre otros, conocimientos sobre plantas con propiedades abortivas.
La tradición judeocristiana, ha subyugado a la mujer al hombre, atribuyendo a la femineidad el origen de los pecados: fue Eva la que se dejó seducir por la serpiente: parir a sus hijos con dolor, no es sólo consecuencia de su curiosidad, sino el papel que el Todopoderoso le asignó. Y punto. De esta suerte, defender el aborto se traduce en defensa del asesinato. Nada más lejos.
Los autoproclamados defensores de la vida, inmediatamente recogen las líneas cuando se les pregunta si la vida de la, llamémosle presunta, madre vale tanto como la del embrión que dicen defender. Las razones invocadas, apuntan a que se protege tanto a la madre como al feto. Haciendo, por un momento, la vista gorda ante la inhumanidad de las prácticas que avalan con su indiferencia y con su negativa tajante, nadie duda de sus buenas razones, pero lo cierto es que ese embrión es parte de la madre. No se niega que haya vida, pero ésta depende enteramente de la voluntad de la mujer y, fundamentalmente, de su cuerpo, para el desarrollo. [Como nota de color, muchas de estas personas suelen estar en primera fila en el reclamo a favor de la pena de muerte y engendros similares.]
Si bien es un tema que afecta directamente a las mujeres, se trata de una problemática transversal: René Favaloro, paradigmático en nuestra sociedad no sólo en su calidad de médico, como médico de calidad, sino como pensador contemporáneo y agente comprometido con su entorno, sostuvo en ocasión de una entrevista que le hiciera el diario “La Gaceta”, en el año 1997, la necesidad de que se diera dicha discusión en nuestra sociedad, porque, cito: “los ricos defienden el aborto ilegal para mantenerlo en secreto y no pasar vergüenza. Estoy harto de que se nos mueran chicas pobres para que las ricas aborten en secreto. Se nos mueren nenas en las villas y en los sanatorios hacen fortunas sacándoles del vientre la vergüenza a las que tienen plata. Con el divorcio decían que era el fin de la familia y sólo fue el fin de la vergüenza para los separados ilegales. Con el aborto legal no habrá más ni menos abortos, habrá menos madres muertas. El resto es educar, no legislar”.
Sin ambages, quien fuera reconocido globalmente como una lumbrera en cardiología, pone el acento en la hipocresía imperante, y nos escupe: el aborto existe, que no debatamos sobre él no lo hace menos real.
Pero también se desprende otra cuestión: quienes defienden el estado de clandestinidad, son quienes más lucran con él. Se pagan cifras exorbitantes por someterse a prácticas inseguras, insalubres y ajenas a cualquier atisbo de contención psicológica. El contexto proporciona todos los elementos para crear un clima de estar-haciendo-algo-mal, a una situación ya de por sí compleja, como es decidir dicha interrupción. El destrato, la falta de garantías, terminan, muchas veces, afectando negativamente la salud no sólo física, sino también mental de las pacientes, que se ven manipuladas como mercancía, en ambientes que pueden ir desde una clínica, en el mejor de los casos, hasta domicilios privados sin la asepsia necesaria para evitar posibles infecciones; y/o médicos fantasma que nunca muestran la cara.
Desde los movimientos feministas, se exige una mayor consciencia, y se reclama que la mujer deje de ser puesta en el lugar de mera incubadora, obligada por la sociedad y la tradición, a procrear. Obligar que una persona sea obligada a engendrar vida, ignorando los riesgos y consecuencias que conlleva el embarazo, es una postura que revela, cuanto menos, desconsideración. Cuando la condena social dictamina que la mujer tiene que hacerse cargo por su descuido al momento de tener sexo, tácitamente está determinando que el placer le está vedado, y que al infringir esa consigna debe pagar el precio. Quiera o no.
Pero además, hay otras implicancias: para despenalizar o directamente, legalizar el aborto, hace falta contar con la infraestructura adecuada en los hospitales públicos para asistir a las pacientes. Otro punto a considerar es garantizarles asistencia psicológica, para que puedan determinar por sí mismas si están en condiciones de interrumpir la gestación; sobre todo cuando se trate de menores de edad, y que no sean los padres quienes tomen esta decisión.
Aunque a día de hoy, como sociedad, hemos demostrado estar a la altura de discusiones profundas y democráticas, avanzamos poco y nada en materia legislativa en lo que a despenalizar el aborto se refiere: a lo sumo, contamos con una modesta jurisprudencia, del todo loable. Mientras tanto, el sistema se seguirá cobrando la vida de aquellas que no puedan pagarse un clínica privada, muchas veces con la premura de no querer traer un hijo a un mundo donde ser pobre es un estigma cada vez más violento; perpetuando la reproducción social de cara al futuro.
Debemos reconocer que no basta con educar en el correcto uso de anticonceptivos, si no somos capaces de ampliar el horizonte, para que entremos todos; y romper, de una puta vez, con la letanía religiosa que despoja del derecho de decidir sobre el propio cuerpo para salvar el alma.
Juan Bautista Martínez (Columnista)
Fuentes:
Colaboraciones especiales:
- Dana Godoy
- Eloísa Olmedo
- Milagros Martínez
- Anita Martínez
Ilustración:
- Rosenfeldtown - “Brujas” (para la revista THC)

domingo, 5 de junio de 2016

La desobediencia deVida, los cascarones conceptuales y el huevo del basilisco.

Cuando una ley es injusta, lo correcto es desobedecer”, esta frase pre-punk, atribuible a Sex Pistols o a Ricky Espinoza, pertenece en realidad al Mahatma Ghandi, y resume un axioma de conducta civil ante el atropello de las autoridades. Desobedecer, cuando es ética y moralmente reprobable el mandato o, directamente, criminal.
El sociólogo alemán Ulrich Beck, quien nos dejara el año anterior, habló del vaciamiento de contenido de ciertos conceptos, en la esfera de la política. Él sostenía que, luego de la implosión del régimen comunista, el panorama político global que se re-estructuraba, se encontraba repleto de cascarones verbales vacíos. Conceptos tales como democracia, izquierda, derecha, etc., continuaban llamándose así, pero interiormente significaban cosas distintas a las de antaño.
Viniéndonos un poco más acá, en el tiempo y en el espacio, podríamos poner el ejemplo de ciertos reclamos que los medios de comunicación fogoneaban tiempo atrás, como ser, el de inseguridad o dictadura. Meses antes de que los CEOs de grandes empresas, con el beneplácito popular, asumieran los puestos ejecutivos del Estado, noticias de robos, asesinatos, etc., llenaban las pantallas de los televisores argentinos, las radios y los diarios. Los reclamos de esta índole eran acuciantes. Pero, a partir del 10 de Diciembre, gracias a la magia de Cambiemos, esto parece un problema del pasado remoto.
La cuestión del término dictadura fue otra constante. El gobierno de Cristina Fernández fue acusado siempre de dictatorial: los periodistas de los medios de comunicación dominantes, desde los estudios de sus canales televisivos, desde las páginas de sus diarios, sus espacios radiales y sus portales de internet, todo en combo, se desgañitaban ante la falta de libertad de expresión que, según ellos, estaban sufriendo. Las marchas en contra de su gobierno, que fueron, en un par de oportunidades, muy numerosas, gozaron de total libertad y completa seguridad: nadie sufrió ninguna consecuencia por salir a la calle con pancartas pidiendo que se ahorque a la entonces Presidente en la Plaza de Mayo. Nadie, excepto un militante del PRO al que casi lincharon, porque lo confundieron con un integrante de La Cámpora.
He aquí otro milagro de Mauricio Macri: desde Diciembre pasado dejamos atrás estas prácticas autoritarias, en apuesta franca por el diálogo y el consenso. Aunque a los pocos días se reprimiera a los trabajadores de Cresta Roja; fallecieran 42 gendarmes en Salta, enviados por Pato Bullrich, sin propósito determinado; se buscara anular de plano la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y se intentara nombrar a los abogados de multinacionales como jueces de la Suprema Corte de Justicia, por decreto de necesidad y urgencia.
Luego de anunciar, en un discurso vacío más, y en otro gesto de infinita coherencia consigo mismo, el 1er Mandatario, ha tomado una decisión no sólo cuestionable, sino gravísima: por medio del decreto 721/16, que deroga uno anterior de Alfonsín, ha retrotraído el estado de las FFAA a un período previo a la vuelta de la democracia, y en flagrante oposición a la misma, apelando a una supuesta unión, que no es otra cosa que la justificación del olvido y la naturalización de la situación actual.
Con fecha 31 de Enero de 1984, el entonces Presidente Raúl Alfonsín, estableció por decreto Nº 436, la transición de la competencia funcional de las Fuerzas Armadas al ámbito del Ministerio de Defensa, y al Jefe de Estado como Comandante en Jefe de las mismas. Facultad que no volvería a ser puesta en práctica por presidente alguno hasta Néstor Kirchner y el famoso “bájeme esos cuadros”.
Teniendo en cuenta la fragmentaria experiencia democrática de nuestro país, y, puntualmente, la sangrienta dictadura de la que proveníamos en aquel entonces, la jugada de Alfonsín es destacable: asegurarse cierta autoridad sobre un sector acostumbrado a sacar y poner autoridades a dedo y a fusil, considerándose a sí mismos una especie de meta-gobierno, omnipotente y mejor calificado que la voluntad popular. El decreto del '84 suponía, además, que los ex-funcionarios de las fuerzas sospechados de participación en la dictadura, no fueran determinados en cargos docentes, evitando así la transmisión de valores anti-democráticos a las nuevas generaciones. No obstante, los milicos se las ingeniaron siempre para buscarle la vuelta. Como cita Página12, el caso “del contralmirante Roberto Pertusio con orden de prisión desde noviembre del 2006 por delitos de lesa humanitdad que en el 2008 revistaba como asesor del jefe de la Armada, Jorge Godoy”.
Los organismos de DDHH se han pronunciado, repudiando la decisión, y cualquier argentino con dos dedos de frente haría lo mismo. El decreto de Macri es análogo al mito del huevo del basilisco: era éste un ser fantástico, cruza de gallo y serpiente, según la versión más extendida, súmamente mortífero, capaz de liquidar a sus víctimas sólo con la mirada. Los basiliscos depositaban sus huevos en los gallineros y, cuando el nuevo monstruo nacía, devoraba a gallinas y polluelos. Si bien la movida del presidente apunta a concederle autonomía a las FFAA en materia de designación de funcionarios y docentes, con todo y sus consecuencias, es la señal más clara de hacia dónde apunta Cambiemos, e incuba el germen peligroso de una derecha malsana, oligarca y fascistoide, incapaz de gobernar sin las armas. El mensaje es claro: al que no le guste, palos y balas.
Las opciones no son muchas, o miramos para otro lado y seguimos bailando mientras el torbellino borra Macondo, o nos pronunciamos desde donde podamos, mientras podamos. Por eso, quiero cerrar con una frase de Desmond Tutu, clérigo y pacifista sudafricano, famoso por pronunciarse contra el apartheid: “Si eres neutral en situaciones de conflicto, has elegido el lado del opresor.”
P.D.: no nos olvidemos de Milagros Sala.
Juan Bautista Martínez (Columnista)
Fuentes:
 
- Ulrich Beck - “La reinvención de lo político: hacia una teoría de la modernización reflexiva - (El fachadismo en política)”