domingo, 26 de junio de 2016

CHARLY MEL ó LA PRIMERA DEPOSICIÓN DEL BEBÉ



La potencia intelectual de un hombre se mide por la dosis de humor que es capaz de soportar.”
 
Cuanto menos polémica, la sentencia de Nietzsche reconoce un vínculo estrecho entre el humor y el intelecto, quitándole a este último esa aura de solemnidad sacrosanta, que solían (y suelen) atribuirle muchos acartonados pensadores. Siguiendo esta línea, no nos extrañe, entonces, que un exponente de peso, como Luis Alberto Spinetta, le atribuyera a Diego Capussotto la categoría del pensador argentino con más lucidez de los últimos tiempos: “por hacernos pensar desde el humor”, decía El Flaco, poco antes de partir.
 
Obviando un poco sus inicios televisivos en Cha-Cha-Chá, y el éxito junto a Fabio Alberti que fue Todox2Pesos; a través de una galería prolífica y variopinta, la dupla Capussotto - Saborido, nos ofreció perlas de un entretenimiento irónico, mordaz, inteligente, bien contextualizado y jamás inocente. Dejando clara siempre su línea política, ideológica y, por supuesto, musical, nunca se atrincheraron en falsas neutralidades, y engendraron, de esta suerte, personajes icónicos que pronto se volvieron clásicos. Una parodia bastante under de Violeta Rivas, se transformó en referente de la filosofía punk de cara al nuevo siglo, enrostrándonos la esclavitud maquillada a que asistimos cotidianamente; y un híbrido entre Adolf Hitler y Ale Sergi, con mucho PRO -según el propio Capussotto-, desnuda lo peor de ese fascismo pequeñoburgués que con tanto candor reclama un “cambio”, sin poder explayarse mucho más allá del enunciado, y que ve como la solución de todos los males a la repatriación de inmigrantes limítrofes.
 
Pero de tanto entrañable, voy a destacar el que, a mi ver, es uno de los personajes menos populares. Jorge Mecoño es, también, un ser bastante aborrecible, como su propia filiación sugiere: mecoño es el nombre que recibe el primer cago que los seres humanos arrojamos al mundo. Algo así como el cago primigenio. En síntesis, un sorete.
 
Aunque muchos lo consideraron una parodia más de Mauricio Macri -recordemos que ya existía Micky Vainilla-, otros, por afinidad sonora, establecimos relación con otro mojón de gran envergadura, aunque menos famoso: el economista neoliberal Carlos Alberto Melconian. Charly Mel, para los amigos.
 
Publicista del imperialismo en su arista financiera, Melconian ha comenzado a ganar renombre hace bastante poco en el imaginario popular, lo que considero, a todas luces, una enorme injusticia. Más, si tenemos en cuenta que este laburante de la desdicha, lleva tomando decisiones políticas de importancia a partir del endeudamiento leonino que estatizó, junto a Domingo Felipe Cavallo, la deuda privada de los baluartes económicos de la última dictadura. Mediante esta movida -de vientre-, algunos pocos grupos económicos se cagaron en todos nosotros durante muchos años... y contando.
 
En 1986, ya en democracia, se opuso, mediante informe 480/161, a que se investigaran los orígenes de la deuda, afectados de fraudulencia e ilegalidad.
Siempre fiel a sus ideas, se desempeñó como consultor privado en el Banco Mundial, uno de los organismos crediticios internacionales, junto al FMI, más funestos para la historia de cualquier país periférico. Trabajó para Carlos Menem, pater de soretes, en la campaña de 2003 como candidato a Ministro de Economía; y desde 2005 forma parte de Propuesta Republicana, la alternativa kitsch al menemismo.
 
Durante la campaña previa a las últimas elecciones, Melconian fue uno de los pocos que no disfrazó sus intenciones. Se mantuvo coherente defendiendo a los tenedores de deuda, asegurando que eran “tipos con muy buena voluntad”. Cuando el discurso macrista mutó, luego de las internas, en demagogia in extremis, Charly Mel, no cambió el discurso. Alumno de la escuela de economistas que utilizan un lenguaje enrevesado, como alertaba Scalabrini Ortiz, para que nadie les preste atención, este sicario a las órdenes de Tío Sam, explicó que habría despidos, devaluación, ajuste, tarifazos y quita de subsidios a los servicios. Declaró, con paciencia docente, que los salarios argentinos estaban muy altos, que por este motivo nuestra economía era inviable, y que la única forma de negociar una baja real era generando desempleo. Textual. Nada puede reprochársele en este punto, él lo dijo.
Dijo, además, que lo importante era “negociar” con los fondos buitres –a quienes había pedido que no se les llamara así–, y acatar el fallo del juez Thomas P. Griesa.
 
En Octubre/15 viajó, por orden de Mauricio Macri, a Estados Unidos, para reunirse con Paul Singer, comandante en el ataque de los fondos buitre, para gestionar la tracción de dólares a la Argentina, en caso de que ganara Cambiemos, a cambio de que se le garantizara un acuerdo sobre sus bonos del default, que resultara suculento a sus clientes y a él mismo.
 
Por los servicios prestados, este paria político opera, hoy por hoy, como Presidente del Banco Nación. En Febrero se acordó pagarles a los buitres mediante una nueva emisión de bonos de deuda por aproximadamente 16.500 millones de dólares, mediando Abril. Se pagó hasta lo que no entraba en litigio. Quien estuvo a cargo de la negociación no fue otro que nuestro querido –a estas alturas no pueden decirme que no lo quieren– Charly Mel.
 
Tanta celeridad para entregar la soberanía económica a la rapacidad financiera estadounidense, si bien del todo coherente con la ideología neoliberal, se explicó por estos días cuando se filtró un documento que revelaba que Charly Mel fue uno de los titulares de bonos de deuda que inició las demandas contra su propio país en el año 2009, no aceptando ninguna de las llamadas previas a conciliar.
O sea, el flamante Presidente del Banco Nación ha estado operando, velada pero activamente, contra la Argentina, desde 1982, sin descanso. Hoy, como juez y parte, pero además, pugnando por incrementar las tasas de desempleo para generar competitividad.
 
Duele la falta de memoria y la insensibilidad de un pueblo que no espabila.
Es increíble cómo funciona, en algunos seres humanos, una especie de indignación selectiva: nos pronunciamos todos contra José López, delincuente indefendible, atrapado con las manos en la masa en una puesta en escena, a lo SWAT, de la maldita policía, y cuya causa ya está en manos de la justicia, como debe ser; pero no reaccionamos a los manejos espúreos de un delincuente indefendible como Charly Mel, que laburó arduamente para pagarse a sí mismo con las mejores tasas, y que está teniendo éxito, como uno de los ideólogos de la actual gestión, en engrosar las filas de desocupados. Como él había advertido que sucedería si ganaban.
 
El invierno comenzó antes este año, y se perfila heavy. Hay que asegurarse el sustento, con cada vez menos garantías laborales. En todo este maremágnum de caca, hay que apelar al ingenio para administrarse con lo poco, y afilar la ironía y la suspicacia: cualidades necesarias para desarrollar y refinar el sentido del humor, reírse en y de la desgracia, porque como decía Jauretche, “los pueblos deprimidos no vencen”.
 
Otra frase, de otro gran humorista con una, también, muy lúcida sensibilidad social, Mario Moreno, alias “Cantinflas”, reza que “el mundo debe reírse más, pero después de haber comido”. Hacer humor en la bonanza es necesario, en la desmoralización programada, obligatorio.
De momento, Charly Mel suscribe la muletilla de su doppelgänger, Jorge Mecoño: ellos sufren, yo no.
 
En El Eternauta, Héctor Oesterheld enfrenta a sus protagonistas con fuerzas que los rebasan en todos los planos posibles. El panorama general es desolador. Los enemigos, casi omnipotentes, gozan del beneficio de la invisibilidad: Ellos están detrás de todas las desgracias pero nunca muestran la cara. En la realidad –y, convengamos que Oesterheld hace una lectura muy cruda de la realidad en su ficción–, sucede un poco esto; los que mueven los hilos conductores de los destinos de los pueblos y de las naciones, rara vez suelen ser los políticos, que reciben más bien dádivas cuantiosas por obedecer, sino tipos que se quedan cómodos detrás de un escritorio, en una oficina calefaccionada. Ajenos al padecimiento de las mayorías. Por eso, la solución de los héroes, en la historia de Juan Salvo, es la de conformar al único héroe posible: el héroe colectivo; es decir, entre todos la lucha, entre todos la luz. O como decía el Sup Marcos: para todos la luz, para todos todo.
 
Por ahora, suyas son las dádivas, la luz, el gas y la tierra; nuestra: la bosta.
 
 
Juan Bautista Martínez (Columnista)
 
 
 
 
Fuentes:
 
- Friedrich Nietzsche - “La gaya ciencia”
 
 
 
 
 

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