domingo, 1 de mayo de 2016

24 de Marzo - Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia


Sin ánimo de herir susceptibilidades, pocas cosas me parecen más insinceras que los actos escolares. Quizás se deba a esa especie de solemnidad artificiosa que se busca imponer para "honrar" o "conmemorar" sucesos que ocurrieron en un pasado que se presenta casi onírico: los héroes y sus gestas, inmortalizados en los mármoles, en los bronces y en los lienzos, pierden casi todo rastro de humanidad, mientras el/la docente se dirige a los 'directivos, padres, alumnos y demás docentes', con una modulación afectada, para contribuir a la petrificación de la Historia en un texto de, aproximadamente, 500 palabras, donde, intencionada y calculadamente, queden afuera el cipayismo y la xenofobia de Sarmiento, o el entreguismo y el gusto por las niñitas de Justo José de Urquiza, o el cagazo que habrán sentido los granaderos al ir a matarse con los realistas.
No es para menos: eso no da para estar recordándolo dentro del recinto escolar, donde hasta decir "culo" se considera una falta y, sin embargo, decir "ano" es sinónimo de educación, aunque el significado sea el mismo: el agujero por donde sale la mierda.
Lamentablemente, parece que supiéramos más de mierda que de Historia. Aún cuando nuestra Historia de dictaduras abunde en ella.
Y abrevando en esta hipocresía semántica, los dictadores no veían con buenos ojos, ni oían con buenos oídos, que se refierieran a sus dictaduras como tales, así que, en su inmensa creatividad, a lo largo del Siglo XX, optaron por llamarlas, "Revolución Libertadora" en el '55, o "Proceso de Reorganización Nacional" en el '76.
De esta última se cumplieron 40 años el pasado Jueves y, desde luego, no fue una más.
El 24 de Marzo de 1976, se instauró la etapa más macabra que vivió este país, en consonancia con el resto de América Latina, siguiendo los lineamientos del "Plan Cóndor". Lo que la diferenció de sus predecesoras, fue la perversidad y la determinación genocida, en cuanto a los métodos para ejecutarla.
No fue una guerra, como nos quieren volver a imponer. Fue TERRORISMO DE ESTADO; es decir, el miedo, el horror, la angustia, planificados y puestos en práctica desde el Poder. Mediante persecución, detenciones, vejaciones, torturas, fusilamientos, vuelos de la muerte despariciones y robo y apropiación de bebés, se buscó acallar cualquier disidencia respecto a la consolidación de un modelo económico e ideológico que, no nos engañemos, no era nuevo, sino el mismo que ha estado vigente casi siempre en nuestro país: el que imponen las potencias a los pueblos fructíferos en recursos y estériles en voluntad.
Consentido por una buena parte de la población civil, perpetrado por las fuerzas armadas, bendecido por la cúpula eclesiástica, pero, fundamentalemnte, exigido por los grandes sectores económicos del '76 al '83, en Argentina, se eliminó a una generación completa. Se la asesinó, se la masacró, se desaparecieron sus restos y se apropiaron de sus descendientes.
Se consolidó así lo que buscaban. Porque, es duro reconocerlo, pero ellos ganaron. Los dictadores. Los genocidas. Ganaron. Ellos impusieron su ideología (que no se reconoce como tal), arraigada en todos, de una forma u otra. El capitalismo, el "american way", el neoliberalismo. Acá no se trató ni se trata de otra cosa. Duele, pero es eso.
El dolor y el deseo de Justicia, han sido los pilares de la lucha, desde el retorno de la democracia a esta parte -y desde antes con las Madres alrededor de la pirámide-; pero recién pudieron comenzar a hacerse eco a partir del año 2003, anuladas las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, de Alfonsín, quien los había llevado a juicio previamente, y los indultos menemistas. Y, de a poco, muy lentamente, pudieron ser llevados al banquillo de los acusados, muchos, pero a la vez pocos, de los responsables militares y, de esta forma, más lentamente aún, empezaron a abrirse las investigaciones sobre los responsables civiles.
Eso no puede pasar. Ellos, algo así como Los Ellos de "El Eternauta", porque cambian algunas caras pero no la esencia, no lo van a permitir, porque su hegemonía depende de seguir siendo, apenas, sombras en la caverna. Habiendo perdido una porción del poder político, que es apenas una parte del poder real, contraatacaron y se hicieron otra vez con el mismo: "Acá mandamos nosotros, no se olviden", parecen decirnos cuando nos dicen #volvimos... digo, #cambiemos.
Re-pensarlo, para muchos, significaría un cuestionamiento tan profundo de su propio ser, de su propio pensar, una afrenta tan mayúscula a su cómoda bruteza, que simplemente elegirán seguir haciendo zapping.
Hasta el Jueves pasado, me sentía inclinado a pensar que era inexorablemente así. Que nuestra sociedad había vuelto, por decisión propia y no a punta de fal, al acartonamiento de los conceptos y de los significados, pero ver esa Plaza de Mayo rebosante de buena salud, esa garra de Madres y Abuelas que no claudican, y hasta el propio parque de mi ciudad, inusualemnte concurrido, me devuelven un poco las esperanzas de que somos bastantes los que elegimos no desconocer la Historia, cambiando las denominaciones para que no cambie nada, o no cambie mucho. Y pueda decirse en un acto escolar.
Retomo la reflexión del filósofo Darío Sztajnrajber, acerca de la facilitación de los métodos de exteriorizar la memoria. Él afirmaba, basándose en Platón, que cuanto más fácil se nos daba recordar, ayudados por elementos externos (Platón se refería a la escritura), menos peso tomaban los recuerdos, en cuanto se nos hacía demasiado fácil asequirlos, y que, por lo tanto, la Memoria no era solamente un concepto, sino un ejercicio constante, porque sino los contextos mutan y los significados se pierden. Con eso han jugado siempre Los Ellos: los Videla, los Macri, los Astiz, los Fortabat, los Martínez de Hoz, los Cavallo, los Menem, los Macri..., con el vaciamiento de los significados y con el bastardeo de la Memoria.
De modo que, no olvidándonos que ganaron es que tenemos que luchar. Ellos ganaron siempre, esta vez fueron las elecciones...
¿Vamos a resignarnos o vamos a resistir?
Sigamos resistiendo desde la Memoria.
 
 
 
 
 
Juan Bautista Martínez (Columnista)

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